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domingo, 13 de enero de 2013

martes, 1 de enero de 2013

Cuentos de mi abuelo (A LA DIANA CON JOPOS DE CAÑA). 1ª Edición en NABUENSA directamente

Cuentos de mi abuelo (Serie)


 

A LA DIANA CON JOPOS DE CAÑA (título)


En una tarde otoñal, como tantas, acudí a casa de mi abuelo para que diera el  consabido paseo a fin de quemar azúcar. Estábamos cerca de la Navidad y nos enzarzamos en el tema de las cosas antiguas y las de ahora. Yo, muy enamorado de los adelantos científicos actuales, me puse a ponderar el ordenador, el teléfono móvil, la tableta, el IPhone y tantos otros. Mi abuelo, en cambio, más sabio, prudente y concreto hizo referencia a los juegos de su época. En concreto me citó el tino que tenían los niños de su tiempo usando las cosas más sencillas como era el jopo de la caña común. En tal disputa, mi abuelo intervino y me dijo:

- Horacio, en mi época éramos capaces de dar en la diana a diez metros de distancia tirando bolas de barro mediante un jopo y para que veas que es cierto lo que estoy diciendo, prepárate que vamos a verlo. Esa tarde caminábamos por unos terrenos más bien húmedos en donde había muy buenos cañaverales. Se acercó a uno, cortó la copa de una caña, la blandió y me dijo:

Horario, monta que vas a ver lo que jamás habías soñado con tus inventos modernos. Yo, siempre obediente a las insinuaciones de mi viejo, me subí al jopo con él y… Surcábamos los  cielos a la velocidad del rayo hasta que en un momento dado vi que había unos niños como si estuviesen tocando una melodía con unos tubitos en la boca. Entonces intervine y le dije:

- Abuelo, ¿Qué están haciendo esos niños que parece como si estuviesen tocando una melodía o una canción?

Entonces mi sabio viejo me dijo:

- Horacio, esos niños están jugando A LA DIANA CON JOPOS DE CAÑA

Abuelo, le dije, si no te explicas mejor no entiendo ni mus. No sé lo que es un jopo, ni una diana, ni una caña salvo las de cerveza que se toma mi padre antes de comer.

 Pues mira mengajo, me respondió, un jopo es el extremo superior de las cañas que nacen en las riberas de los ríos y que al final del otoño echan la copa. A esa copa se le llama jopo porque es muy parecido en la forma al rabo de las zorras.

¿En qué consistía el juego, le pregunté? Entonces él, con la paciencia que le caracteriza conmigo, me explicó. Mira mi  pequeñajo, este era un juego otoñal y, terminando el otoño, cortábamos el tramo final de una caña que estaba hueco, hacíamos bolicas pequeñas de barro, las introducíamos en el jopo, soplábamos con mucha fuerza hacia una diana previamente señalada y tirábamos. Ganaba, como es lógico, quien más se acercaba al objetivo.

Entre la velocidad a la que cabalgábamos sobre el jopo de la caña, el frío del otoño y el ambiente, mi ligereza de ropa y el interés del tema, sentí un escalofrío y le dije:

- Abuelo, estoy tiritando de frío. ¿Por qué no nos volvemos ya para casa?

Entonces él, siempre solícito a mis ruegos, acurrucándome cariñosamente sobre su regazo me dijo:

- Horacio, ¿En qué pensabas pues te movías estrepitosamente?

Post Data

Desde los años 60 del siglo XX hacia acá, los niños han sustituido los jopos de las coñas por los bolígrafos “Vic” vacíos. Introducen en ellos todo tipo de artilugios que hacen daño y tiran a los profesores cuando están explicando sobre la pizarra

Por Victorio Navarro Vigueras, viejo, calvo y loco maestro